Feria del Alfeñique en Almoloya: tradición con sabor a negocio redondo

Cobros elevados, favoritismo y un “toque mágico” desde el Ayuntamiento

Por Alfredo Hernández

Almoloya de Juárez, Estado de México — 3 de noviembre de 2025.

Lo que debería oler a azúcar, tradición y calaveritas, huele más bien a negocio redondo. La Feria del Alfeñique de Almoloya de Juárez terminó endulzando más los bolsillos de unos cuantos que el espíritu cultural del municipio.

Varios expositores denunciaron cobros excesivos y poco transparentes por parte del Ayuntamiento. Los vendedores de pan aseguran haber pagado hasta 900 pesos por un espacio —cuando antes pagaban 500—, y los de flores afirman que la cifra llegó a 1,200 pesos. A eso se suma el cobro de 15 pesos por persona para el uso de sanitarios, un detalle que muchos califican como un abuso bajo una administración donde, según los comerciantes, “los apellidos pesan más que los recibos oficiales”.

Entre las quejas más sonadas figura la actuación de #AliciaSánchez, coordinadora de #Gobernación, a quien los vendedores señalan por haber “solicitado” canastas de dulces finos y calaveras de chocolate para la inauguración, las cuales se presentaron como si fueran aportaciones del propio Ayuntamiento. Un verdadero truco de magia administrativa.

Pero la funcionaria no actúa sola. #Cristian, el supervisor de la feria, según varios testimonios, repite el mismo patrón de su jefa: favores a cambio de espacios, cobros sin comprobante y preferencias para los allegados. “Aquí todo depende de a quién conozcas y cuánto estés dispuesto a pagar”, dijo uno de los comerciantes inconformes.

Ambos personajes, aseguran los vendedores, presumen cercanía con el alcalde #AdolfoSolísGómez y su hermano, conocido como El Iguana. Y bajo esa sombra de protección, los abusos parecen multiplicarse sin consecuencia alguna.

Durante el evento, la coordinadora comentó que la feria “era algo hermoso que nunca olvidaría”. Algunos comerciantes interpretaron que no se refería precisamente al arte del alfeñique, sino a los beneficios que deja organizar la tradición a su modo.

Los expositores tradicionales, en cambio, quedaron relegados: los mejores lugares fueron asignados a quienes pagaron más o tienen vínculos con funcionarios, desplazando a quienes año con año aportan sabor, color y esfuerzo genuino a la celebración, hoy todo desorganizado, sin orden parecía peor que la merced.

La Feria del Alfeñique debería ser un escaparate cultural, no una caja registradora política.

Pero cuando la tradición se mezcla con el favoritismo, los cobros inflados y la corrupción disfrazada de organización, el dulce se vuelve amargo.

Mientras el presidente guarda silencio, los comerciantes siguen esperando una explicación.

Aunque, si el silencio también se cobra, quizá por eso no han dicho nada: en Almoloya, hasta las respuestas podrían venir con precio por metro cuadrado y un toque de azúcar glass.

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