Almoloya de Juárez, Estado de México – Este martes se registró otra balacera en el municipio, donde la violencia sigue desbordada y la autoridad brilla por su ausencia.
El enfrentamiento dejó al menos dos personas heridas. Lo más alarmante es que no había presencia de la policía municipal; tuvo que intervenir la Guardia Nacional para controlar la situación en la unidad de riego de la ranchería San Diego.
¿La razón? La mayoría de los policías municipales están asignados como “voladores”, es decir, fuera de funciones operativas para realizar tareas privadas o de vigilancia a modo, muchas veces en negocios particulares o gasolineras.
Según testimonios, a los voladores se les exige una “cuota” de hasta 3,500 pesos por quincena, dinero que presuntamente va a parar a manos del comisario de seguridad, Édgar Blando, junto con los mandos Luis Escalona y Alan Lemus.
Además, algunas patrullas y cuatrimotos, en vez de estar en servicio, se encuentran en manos de particulares. Una de ellas, por ejemplo, es utilizada por la chofer de una funcionaria llamada Talia para transportarse a su casa, mientras otras se usan para paseos familiares los fines de semana.
Y como los comandantes deben cumplir con las “rentas” que les exigen desde arriba, muchos acuden a las gasolineras y otros puntos de vigilancia para obtener ingresos extra que les permitan cumplir con esas cuotas impuestas.
Almoloya de Juárez vive un colapso institucional: sin patrullas operativas, sin vigilancia real y con una estructura de seguridad convertida en negocio privado. Mientras tanto, la violencia sigue creciendo… y el pueblo sigue solo.
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